Desde que la figura del wedding planner se dio a conocer en México, era evidente que la
organización de una boda, como un evento social e importante para las parejas y sus familias,
era una tarea muy compleja, aunque para ese entonces, principios de los años 2000 era una
tarea de las madres y las suegras, las jóvenes parejas de la generación X estaban buscando
mucho más de sus bodas.
Con un espíritu independiente, estas parejas comenzaron a tomar el control de sus bodas y en
una espectacular sincronía, la figura del wedding planner iba emergiendo como una solución y
guía durante un proceso tan esperado como desconocido.
La planeación profesional de bodas, le permite desde entonces a las parejas crear una
celebración integral, el simple hecho de que una persona planifique, guíe, coordine y supervise no
sólo a 8 o más proveedores, sino que también ayude a las parejas a aterrizar sus ideas,
ver la factibilidad del presupuesto, escoger a los mejores proveedores para el tipo de boda,
mientras los acompaña todos esos meses, paso a paso para lograr esa gran celebración es
algo que recae sobre los hombros del wedding planner.
La figura del wedding planner, no sólo como organizador integral sino como acompañante de
los novios en todos los procesos (desde el ámbito de la fiesta, hasta el religioso y/o civil) es un
servicio que además de salir del corazón es muy apreciado por muchas parejas. Durante todos
esos meses a la pareja les pasan muchas cosas: en el trabajo, con la familia, con los amigos, así
es como en estos tiempos ser un pilar emocional y de toma de decisiones es una virtud de los
Wedding Planners profesionales que aporta un valor incalculable a la experiencia de todo el
proceso.
Ciertamente es un servicio muy exclusivo, en el sentido de que puede llegar a ser muy íntimo y
personal, es por eso que también el profesional de planeación de bodas debe estar muy claro
con qué tipo de cliente va a trabajar, porque será mucho tiempo (por lo general entre 1 año y 9
meses) que estará dentro de la esfera personal de la pareja, eso garantiza que el sentir real de
los novios y novias esté presente en las bodas, cuando quien planea transfiere no sólo la
información sino aquello que los novios no pudieron comunicarle con palabras.
El trabajo de un planner es también muy creativo, cada vez más, donde no sólo resuelve
problemas y situaciones adversas, sino que también crea momentos divertidos, alegres para
que la pareja y sus invitados puedan relajarse y compenetrarse; en cierto modo un wedding
planner tiene que conservar una visión de niño, para poder construir estos momentos y ayudar
a las parejas a dar ese salto desde el estrés de sus vidas a un momento muy especial, calmado
e inolvidable.
Cuando una boda es planeada de manera profesional, se nota en la felicidad de la pareja y de
los invitados, es un trabajo intenso: no sólo creativo sino físico, a veces pasamos más de 20
horas de pie trabajando en un solo evento, es parte de ser “artesanos de sueños”, como bien
me lo dijo el año pasado una querida novia a quien le hice su boda.
Un wedding planner profesional, crea momentos inolvidables, pero no en la boda, sino desde
que las parejas le conocen, es capaz de extender la experiencia antes, durante y después de la
boda, por eso es que no es una carrera fácil o improvisada, yo llevo más de 16 años
especializada en bodas y con cada pareja aprendo, constantemente estoy buscando nuevas
fuentes de información, de capacitación e inspiración porque siempre la siguiente pareja será
un reto mayor o al menos ese debe ser nuestro norte.
Cada vez la importancia del papel del planner en las bodas: grandes, chicas, de destino o
locales, es fundamental, no sólo para crear esos eventos hermosos y divertidos sino para
acompañar a esas parejas en ese momento tan especial, elevando su experiencia y
permitiéndole conectarse con los suyos, mientras hacemos que la magia suceda.
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